Literatura Barroca



La Literatura Barroca se ve influenciada, por esta época de profundos cambios, trayendo consigo una novación de técnicas y estilos, donde se valora la libertad absoluta para crear y distorsionar las formas, la condensación conceptual y la complejidad en la expresión; todo ello tenía como finalidad asombrar o maravillar al lector, también se intensifican los tópicos que ya venían dándose en el Renacimiento, pero en especial los más negativos: fugacidad de la vida, rapidez con que el tiempo huye, desaparición de los goces, complejidad del mundo que rodea al hombre, etc.


En Europa, y sobre todo en España la Contra reforma influye en gran medida sobre este movimiento; las expresiones italianas que llegaban desde el Renacimiento se asimilan pero al mismo tiempo se españolizan y las técnicas y estilos se adaptan aún más a la tradición española.


Los poetas barrocos del siglo XVII, siguieron mezclando estrofas tradicionales con las nuevas, así cultivaron el terceto, el cuarteto, el soneto y la redondilla. Se sirvieron de copiosas figuras retóricas de todo tipo, buscando una disposición formal recargada. No supone una ruptura con el clasicismo renacentista, sino que se intensifican los recursos estilísticos del arte renacentista, en busca de una complicación ornamental, en busca de la exageración de los recursos dirigidos a los sentidos, hasta llegar a un enquistamiento de lo formal; también el genero Dramático sufrió una evolución notoria, influenciada por esta corriente, se intensifican en sus obras el uso de figuras literarias y del contraste: luz - sombra, vida -muerte, predestinación - libre albedrío, fastuosidad de la corte - pobreza del pueblo.


Dos corrientes estilísticas ejemplifican estos caracteres: el conceptismo y el culteranismo. Ambas son, en realidad, dos facetas de estilo barroco que comparten un mismo propósito: crear complicación y artificio:


El conceptismo: incide, sobre todo, en el plano del pensamiento. Su teórico y definidor fue Gracián, quien en Agudeza y arte de ingenio definió el concepto como "aquel acto del entendimiento, que exprime las correspondencias que se hallan entre los objetos". Para conseguir este fin, los autores conceptistas se valieron de recursos retóricos, tales como la paradoja, la paronomasia o la elipsis. También emplearon con frecuencia la dilogía, recurso que consiste en emplear un significante con dos posibles significados.


El culteranismo: representado por Góngora, se preocupa, sobre todo, por la expresión. Sus caracteres más sobresalientes son la latinización del lenguaje y el empleo intensivo de metáforas e imágenes. La latinización del lenguaje se logra fundamentalmente mediante el uso intensivo del hipérbaton y el gusto por incluir cultismos y neologismos, como, por ejemplo, fulgor, candor, armonía, palestra. La metáfora es la base de la poesía culterana. El encadenamiento de metáforas o series de imágenes tiene el objetivo de huir de la realidad cotidiana para instalarnos en el universo artificial e idealizado de la poesía.


Sus Principales repersentantes son: Miguel de Cervantes, Luis Gongora, Francisco de Quevedo, Pedro Calderon de la Barca, William Shakespeare; con obras tales como: El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, La vida es Sueño, El burlador de Sevilla, Romeo y Julieta, etc.







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